jueves, 7 de julio de 2011

Política

Por Matías Bianco.

De la política

En este nuevo siglo, tan lejos del valor real de la palabra política, los más jóvenes nos preguntamos cual es el significado técnico que encierra esta actividad, el que excede la historia y trasciende en el tiempo sin ningún tipo de subjetividad. Con tan solo tomar un diccionario podemos saber la verdad, o al menos la parte mas utópica y bella de la verdad. La política -en sentido teórico- es la actividad humana que tiende a dirigir o gobernar la acción del Estado en beneficio de la sociedad.


“Hacer política”

En nuestro país, esta frase debe ser eje central de análisis, ya que “hacer política” no solo termina en las dos palabras que la componen o en pavimentar un barrio y posar en la foto con los vecinos, inaugurar un hospital  cortando una cinta o decir lo que todos queremos escuchar. Es más amplio, rico y a la vez inescrupuloso y lleno de acciones cuestionables que en determinados procesos de la realidad resultan en lo que denominamos como “hacer política”. Concebir este ejercicio humano como una práctica de diccionario seria evadir la historia. La política es hoy una acción de poder casi inigualable, que en la Argentina dota de ciertos privilegios a aquel que logra llegar a los niveles más altos de este universo tantas veces paralelo a la realidad social. Cuando digo privilegios podría solo citar uno como el de cuentas bancarias exuberantes, inexplicables para gran parte de los argentinos, pero que misteriosamente para la justicia son fáciles de determinar en sus orígenes. También no podemos olvidar la popularidad que ofrece ser un funcionario, a veces parecería ser que son algo así como estrellas de Hollywood, sin dudas este último punto es un detalle que no hace sombra alguna al mencionado con anterioridad.
Y finalmente quizás el más grave de los privilegios que otorga el mundo de la política  sea la impunidad. Varios y escandalosos son algunos de los casos que envuelven a políticos argentinos en actos mafiosos, como el suicidio de testigos de la justicia, el mundo del narcotráfico las coimas en diversos ámbitos, la compra de votos y hasta la quema de urnas. Estas son las “virtudes” mas especiales que ofrece la política, que transforma en semidioses a sus “elegidos” o los “elegidos del pueblo”.


La democracia en venta

¿Puede venderse algo que no es tangible? ¿Qué carece de cuerpo y de materia? Si, es la respuesta. El cuerpo de la democracia somos nosotros –los individuos-, se hace tangible en una boleta y se convierte en decisión en una urna. Pero ¿cómo se compra la democracia?. Seria arrojarse al vacío decir que todas la acciones están vendidas, que cada voto esta limitado en un deber para un tercero. Pero de necios seria negar que un caudal numeroso de votos son el resultado de ciertas presiones para los que mas y menos tienen, condicionados por favores, que comienzan en la repartición de ayudas sociales, pasan por un puesto de trabajo y llegan a limites insospechados como el sobreseimiento en causas civiles o penales. Es un sistema corrompido por el aparato del Estado, muchas veces por los medios de comunicación y otras tantas por nosotros, ya que ver pasar, es a veces tan grave como pasar.


El arte de las malas artes

Para los sofistas, la política era el arte de persuadir a través de la palabra, esto no quiere decir tener la verdad, sino poner la palabra al servicio de crear una verdad. Que luego a través de dudosas cifras inventadas en encuestas, spots publicitarios, debates escandalosos y apariciones en el mundo de la farándula, será vendida a algunos crédulos que compren el discurso del inescrupuloso funcionario que tiene como fin incrementar su ego, su poder y lo más importante aun, su patrimonio personal y si hay tiempo el de toda su familia. Lamentablemente es hoy en esto en lo que se ha convertido la función de un político, este es su arte, el engaño, las verdades a medias, la aparición en tv y diversos acontecimientos más que se alejan de lo que para una sociedad debería ser el rol de un hombre de política, que simplemente resumiría su función en ayudar y asistir con las herramientas que le provee el Estado, colaborando con los sectores mas olvidados y expulsados de la vorágine del crecimiento y del seno de la sociedad.


Elegir con derecho

El sentido común no debe llevarnos a abandonar un derecho constitucional, pero si a cambiarlo, a ejercerlo con conciencia en nosotros y en los demás. No solo valorarlo como un resultado económico, como el de unas vacaciones en la costa, recitales públicos de grandes artistas, la compra en varias cuotas “sin interés” de electrodomésticos o la demagogia de un discurso repleto de lugares comunes. Sino en una visión de futuro con un crecimiento contemporáneo y así será más difícil que una urna se llene del pago de favores y pueda convertirse finalmente en la mirada amplia, social e integradora del prójimo a un Estado justo y prospero.

1 comentario:

  1. Me parece genial la manera en que plasmas la realidad en palabras, lo comprometido que sos con tus ideas y la semilla que sembras en las personas que al leer tus ensayos te dejan esas ganas de continuar analizando lo que realmente estamos viviendo y no esa realidad inventada que nos quieren hacer creer.

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